En Yucatán, muchas mujeres reciben diagnósticos de cáncer cérvicouterino en etapas avanzadas, lo que disminuye significativamente sus posibilidades de recuperación, a pesar de que la enfermedad puede prevenirse con vacunas y detección temprana.
La doctora Mónica Yasmín Durán Pérez, especialista en oncología médica, advierte que el desarrollo de este tipo de cáncer es lento, lo que brinda una ventana de 10 a 15 años para intervenir. Durante este período, la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) y los exámenes periódicos de detección resultan esenciales para evitar que la enfermedad avance.
En Yucatán, la falta de acceso a programas de salud preventiva se hace evidente en zonas rurales, donde las revisiones médicas son limitadas y la información sobre prevención llega con retraso. Este rezago contribuye a que los casos se detecten en etapas avanzadas, reduciendo las probabilidades de tratamiento exitoso.
La Norma Oficial Mexicana divide la prevención en tres niveles: la vacunación temprana de niñas entre 9 y 14 años, la realización de estudios como el Papanicolaou a partir de los 25 años y la intervención médica de lesiones premalignas antes de que se conviertan en cáncer. Sin síntomas claros en fases iniciales, la detección oportuna depende del compromiso de acudir a revisiones regulares.
Durán Pérez hace un llamado directo a las mujeres yucatecas a superar tabúes y miedo al diagnóstico. “Un chequeo a tiempo puede cambiar la historia de una vida. La prevención no es opcional: es la herramienta más eficaz para protegerse y reducir la mortalidad por cáncer cérvicouterino en Yucatán”, concluye.
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