Pescadores de Yucatán temen por sus ingresos ante la presencia de marea roja, que ha llevado a las autoridades estatales a decretar una Veda Sanitaria General. La prohibición abarca toda la franja costera y hasta 40 kilómetros mar adentro, con el objetivo de prevenir riesgos a la salud pública.
La problemática tiene un impacto directo en la economía de muchas familias de pescadores con embarcaciones menores, que dependen de los ingresos diarios que les proporciona esta actividad. Pero que por el tamaño de sus lanchas no pueden ir a zonas más lejanas a pescar.
Algunos trabajadores del mar han comenzado a evaluar la posibilidad de trasladarse temporalmente a puertos donde aún no existen restricciones. Esta estrategia permitiría mantener cierto flujo económico, pero implica mayores costos y sacrificios personales al alejarse de sus comunidades.
El momento en que ocurre la veda agrava la situación, ya que coincide con los meses de mayor captura de pulpo, entre agosto y octubre, considerados críticos para obtener los mejores ingresos de la temporada. La interrupción en esta etapa puede significar pérdidas significativas para los pescadores.
En zonas como Celestún, algunos hombres de mar solicitaron ser excluidos de la veda, argumentando que sus aguas no presentan indicios de contaminación. Sin embargo, las autoridades decidieron mantener la restricción de manera general, priorizando la seguridad sanitaria sobre la actividad económica inmediata.
La falta de pronunciamiento oficial de los representantes pesqueros aumenta la incertidumbre entre los trabajadores. La medida genera preocupación sobre cómo se compensarán las pérdidas y cómo afectará a las comunidades costeras mientras la marea roja permanezca en la región.
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