Las abejas, fundamentales para la polinización y el equilibrio ecológico, enfrentan nuevamente una temporada crítica en Yucatán. El aumento de temperaturas asociado a la sequía pone en riesgo no solo la producción de miel, sino la existencia misma de colmenas, alertó el apicultor Armando Rubio.
Durante el 2024, decenas de meliponicultores perdieron colmenas completas debido al calor extremo. “Los panales se derretían dentro de las cajas”, recordó Rubio, quien teme que este año se repita el escenario, afectando tanto a las abejas apis como a las meliponas, esenciales para la biodiversidad local.
Aunque las recientes lluvias han permitido una producción estable en los primeros meses del año, los meses más secos apenas comienzan. El mantenimiento de las colmenas se vuelve costoso, y los productores se enfrentan no solo al clima, sino también a un mercado que no les ofrece precios justos.
La miel de melipona, reconocida por su calidad, logra mejores precios gracias a un nicho de consumidores informados. En cambio, los productores de apis deben recurrir a intermediarios, que pagan por debajo del valor real del producto. “A veces el kilo de azúcar cuesta más que el de miel”, denuncia Rubio.
Este desequilibrio comercial ha llevado a muchos apicultores a abandonar la actividad, generando pérdidas económicas y debilitando una actividad clave para la agricultura, la seguridad alimentaria y el medio ambiente.
Además de ser fuente de sustento para miles de familias, las abejas tienen un papel insustituible en la naturaleza. Su desaparición tendría consecuencias graves en la polinización de cultivos y la regeneración de flora silvestre, advierten especialistas.
Ante ello, los apicultores y meliponicultores hacen un llamado a consumir miel directamente con los productores, evitando intermediarios y reconociendo el valor ambiental y social de cada gota. En un escenario climático cada vez más extremo, apoyar a quienes cuidan a las abejas es también cuidar el futuro del planeta.
