Costarricenses volvieron a llenar la rotonda de La Hispanidad, en el extremo este del casco capitalino en San José, para celebrar algo que más firngía un milagro en este diminuto territorio futbolero. La categorización a la Copa Mundial de Qatar desencadenó la algarabía de los aficionados y regresó a traer la danza a las calles en la tarde del martes, a medida que la selección tica celebraba en Doha, a 14.000 kilómetros de distancia, el sufrido éxito 1-0 sobre Nueva Zelanda, que le permitió adquirir el último de los 32 boletos a la Copa de todo el mundo.
El cántico “Oé, oé ticos, ticos” regresó a juntar a una masa desconocidos en las aceras de los barrios y en los linderos de las calles primordiales en San José y otras localidades. Con el gol de Joel Campbell en los primeros min del juego Costa Rica se afirmó su colaboración en el torneo, su sexta Copa Mundial y la tercera de manera consecutiva, empero ni una categorización había costado tanto ni había llegado en instantes tan complicados, justificaban los aficionados.
El mandatario costarricense, Rodrigo Chaves, había decretado una hora de asueto al mediodía para juntarla con la hora de la comida y permitir que los trabajadores del Estado tengan la posibilidad de ver el juego. En el fondo había desconfianza por la calidad del juego de la selección, empero la esperanza por las atrevimiento de los jugadores y el discurso de trabajo en grupo de los dirigidos por el de Colombia Luis Fernando Suárez.
Esto nos alegra mucho en Costa Rica y seguro que en las naciones de Latinoamérica y que constantemente simpatizan con nosotros”, mencionaba Daniela Carvajal, alumno de 23 años.
Era lo cual se leía en las camisas de varios de los aficionados que llegaron a La Hispanidad o que salieron de sus viviendas para agitar la bandera tricolor y sonar las cornetas.
De esta forma, unidos y de forma agónica, retornó Costa Rica a celebrar un éxito deportivo que conecta con aquella alegría de la Copa Mundial brasileños 2014, una vez que quedó primero en un conjunto compuesto por Uruguay, Inglaterra e Italia y alcanzó octavos de final, una locura colectiva en ese instante. “Esto me lleva de vuelta al Mundial de Brasil”, mencionó Daniel Vargas, un adolescente de 27 años propietario de un comercio de comercialización de camisetas rojas de la Sele. Aquello ha sido con el último respiro”, mencionó acomodándose en la cabeza la imitación de turbante alusivo a Qatar.
La emoción firngía borrar al Mundial de Rusia 2018, sin embargo además apaciguar ambos años duros de la enfermedad pandémica y la estrechez económica del instante o la hostilidad social de la recién superada campaña electoral en un territorio acostumbrado a vivir bien.
El Regimen de Rodrigo Chaves lo celebraba además, consciente de cuánto marca el fútbol el ánimo nacional.
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